Cabeza fría, corazón de fuego. Jugadores que "desconectan" del partido

El futbolista es un animal especial. Está hecho de otra pasta, de otro material. Seguramente, si estuviésemos en  épocas prehistóricas serían parte de los cazadores de las tribus, si fuese época romana, muchos de los actuales jugadores serían gladiadores en el Coliseo romano, luchando por su vida y la gloria (no sé en que orden).

El futbolista nace con el gen de la lucha, de la agresividad, de la superación, de la  competitividad… le da igual la lluvia, el frío o el calor. Aguanta golpes, lesiones, roturas fibrilares, torceduras, esguinces… circunstancias que a la mayoría de la población les echaría para atrás, a él no sólo no le amedranta, sino que le motiva y ayuda a desarrollar una capacidad física-psicológica superlativa.

Cada semana se enfrenta en el campo de batalla a otros como él, que quieren lo mismo y estarán dispuestos a superar todos los obstáculos que se interpongan en su camino. La única manera de vencerles será con la unión de sus compañeros, formando una auténtica legión que se mueva al unísono, que ataque y defienda conjuntamente, donde la solidaridad, el compañerismo, el sacrificio junto con el sudor y la capacidad de sufrimiento hagan retroceder al enemigo. El fútbol sólo sabe de victorias, nadie recuerda al perdedor.

La mayoría de lo descrito anteriormente obedece a la capacidad de tener “corazón de fuego”. Quiere decir tener las  “pulsaciones altas”, tener “sangre en las venas”, echarle casta al fútbol. Un jugador que se vista de futbolista y no sude la camiseta no duraría en ningún equipo del mundo, de hecho suelen ser los más pitados y repudiados por las aficiones. 

 El corazón de fuego es lo mínimo que se le pide a un profesional, entendiendo profesional por alguien que juega a cambio de algo: mis jugadores siempre juegan  por amor propio, por respeto a unos compañeros, por su hombría, por su dignidad futbolística… así que son profesionales.

El gran problema es que la mayoría de los jugadores, como dije al principio, nacen con ese don de la competitividad: no les gusta perder ni al parchís, se pelean por un gol anulado hasta jugando al futbito con los amigos. Esa agresividad, tan bendita cuando estás vestido de corto, puede volverse en contra del que no sabe controlarla.

Un jugador que no sepa controlar sus impulsos, su euforia, agresividad, tristeza… no sirve para competir y luchar por el objetivo de la victoria. Repito, no sirve. Alguien que pierde la fuerza que genera el “corazón de fuego” , porque también tiene la “ cabeza de fuego” es un peligro para el equipo y para él mismo. Una bomba de relojería que estallará en cualquier momento.
Este modelo de jugadores de cabeza de fuego tienen varios prototipos:

-          El estatua:  que desconecta del partido (baja la cabeza, da la espalda al balón, se queda quieto cuando pierde la posesión, levanta las manos al entrenador…) porque no tiene la fuerza mental de centrarse sólo en el juego.
-          El Paranoico: que cree que todo el mundo está en su contra: el árbitro “me pita en contra queriendo”, los compañeros “no me dan pases”, la afición “me pitan sin sentido”, el entrenador  “me quita porque me tiene manía, siempre a mi”…
-          El Agresivo: que comete agresiones a rivales (a veces a compañeros), árbitros, material deportivo, puertas… cuando le vencen los obstáculos.
Lo más triste del caso es que muchos de estos jugadores con problemas creen que en esa ira reside su fuerza y su juego, cuando desgraciadamente es al revés, les limitan y les hacen predecibles.

Por ello es imprescindible potenciar, en la medida que permita la materia prima con la que contemos, la “mente fría”. Es decir, el control de las emociones, pensamientos y toma de decisiones del futbolista. Igual que en el boxeo y artes marciales no gana el que golpea más fuerte, sino el que golpea más certeramente, en el fútbol suele ganar el que elige mejor todas las acciones de su juego.

¿Cómo se diferencia a este tipo de jugador? No protesta, no da la espalda al balón, no baja la cabeza,  juega rápido o lento según requiera el partido… y sobre todo no le afecta el resultado (siempre insisto cuando vamos ganando que vamos 0-0 y cuando vamos perdiendo que no cometamos locuras). De facto los peores minutos de juego de un equipo son  cuando acaba de encajar un gol y hay descoordinación, ansiedad, ira… ahí es cuando más les atacamos.

Por mi experiencia de entrenador en 14 años creo firmemente en la mejora individual del jugador ayudándole a alcanzar su máximo nivel. Muchos de ellos necesitan un poco de “corazón” y otros de “mente”. El desarrollar condiciones de entrenamiento adecuadas para ayudarles es el gran reto de esta segunda vuelta. Obviamente hay casos muy difíciles de resolver, puesto que es necesario trabajar desde la base. Pero ese es el gran reto. Poco a poco publicaré cuáles son los ejercicios que voy desarrollando para ello. Si alguien quiere ayudarme y me manda ejercicios que crea adecuados lo publicaré en el blog.

Una de las más recordadas agresiones de la historia y el arrepentimiento posterior:
http://www.as.com/futbol/articulo/juanito-pidio-perdon-momento/20120121dasdaiftb_20/Tes

Ejemplos :
http://www.elpais.com/articulo/deportes/leyenda/malditos/elpepidep/20120121elpepidep_2/Tes

Corazón de fuego:
Puyol http://www.youtube.com/watch?v=wncldrB91X8-

Corazón de fuego y Cabeza de fuego:

Pepe http://www.youtube.com/watch?v=10vGj96MJr0

Cabeza fría:
Xavi http://www.youtube.com/watch?v=N1ZquLy8490&feature=related
Xabi  http://www.youtube.com/watch?v=mRfRvv-48zU&feature=related









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