Antonio Romero, " El Negro".

Si hoy soy entrenador es en parte por Antonio Romero, el Negro. Es imposible entender el fútbol en la Rinconada sin acordarse del que fue uno de los pilares fundamentales en el deporte de esa localidad, responsable directo de que varias generaciones de jóvenes lo practicásemos y tuviésemos la suerte de hacerlo gratis.

Como ocurre pocas veces en la vida, cuando nos abandonan ciertas personas,su figura pasa a formar parte poco a poco del mito, de historias que  van formando una nube que se difumina... haciéndola cada vez más y más grande.

Era un hombre bueno, amante del fútbol y  protector de futbolistas. Lo dió todo por su equipo. Más que un presidente, su trascendencia era tal que lo mismo pasaba el coche para el campo, que ponía su coche para los desplazamientos, que te animaba desde la grada... él era el Rinconada. Con él había gente del huerto del benito, de la estacada, del legío, de la placita, del barrio... de todas partes, que si no fuera por su manera de entendernos y tratarnos seguramente no hubiesemos jugado.

A su estilo buscaba lo mejor para todos. Con él los jugadores de las categorías inferiores nunca estábamos sólos en los campos a los que íbamos. Junto con el Negro siempre recordaremos a Salvador, otro señor que nos ayudaba muchísimo, siempre educado y amable. Punto a parte merece la familia de Antonio el Negro, en especial Rosi su mujer, una de las señoras más cariñosas, atentas y fieles a unos colores (azul- blanco y verdiblanco) que conozco,siempre ayudando en el bar, con las entradas... lo mismo que Candi y Maruja, nunca nos faltó un bocadillo... tantas y tantas personas anónimas que hicieron que muchos jóvenes estuviesen más pendientes del balón que de las calles. Personas que buscaban el bien de los niños, su bienestar, su formación... sin prestar atención al resultado de un partido. Era un sentimiento familiar. Muchos entrenadores pasaron esos años por el club, algunos con más o menos conocimientos, pero todos con un gran corazón: El gran Tonino, Román, Pozo, Santi, Carlos...

Cuando mañana nos enfrentemos al Rinconada ( mi club de siempre, donde jugué tantos años, donde entrené tantos años) estoy seguro que me acordaré de mi amigo Antonio el Negro, porque fue el primer presidente que valoró de verdad mi trabajo, siendo serio, honrado y digno en su cargo. Cuidó mucho la cantera y a las personas que la formábamos, míticos sus gritos a Alves, a Ricardo, a Goyo...

 Aunque pasen los años, nunca olvidaré cuando me llamó mi amigo Sergio Celestino para decirme que se nos había marchado. Ese día el fútbol en la Rinconada cambió, perdió parte de su esencia. Cierto es que sujetos con su carisma y capacidad de aglutinar personas de buen corazón son muy difíciles de encontrar, por eso espero que todos los que alguna vez tuvimos la suerte de ser sus amigos, jugadores, directivos, contrarios... seamos alguna vez capaces de lograr lo que nos transmitió con su ejemplo: Sólo cuando te entregas en cuerpo y alma  tu esencia perdura para siempre.

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